En un mundo en constante cambio, donde la tecnología, la globalización y las demandas del mercado laboral evolucionan a un ritmo vertiginoso, la educación se enfrenta al desafío de preparar a las nuevas generaciones para navegar con éxito en este panorama complejo. En este contexto, la inteligencia emocional (IE) emerge como una herramienta fundamental para el desarrollo integral de los estudiantes, impulsando su bienestar, potenciando su rendimiento académico y equipándolos con las habilidades necesarias para prosperar en un futuro incierto.